
¿Quién
no conoce una amiga, o amigo, que consigue llamar la atención porque se viste
de forma más elegante, o hace unos dibujos bonitos o cosas por el estilo. Ahí,
cuando vamos a reunir un grupo de colegas en la casa para aquella fiestecita,
llamamos esa amiga, o amigo, y le pedimos que nos ayude a montar la decoración.
¿Usted nunca hizo eso? ¿Nunca vio nadie haciéndolo?
¿O
entonces aquel colega de la escuela o del trabajo que está siempre escuchando
músicas animadas en el Ipad y lo invitamos para que nos resuelva el problema
siendo el DJ? ¿O aquel otro que le encanta hacer fotos y dice que es fotógrafo,
o “más o menos eso”? ¿Y aquel que piensa que es barman? ¿Y el otro que dice que
canta bien? ¿Y el que cree que toca guitarra? ¿Usted nunca vio a nadie haciendo
algo parecido?
Claro
que eso puede ser interesante cuando necesitamos recibir aquel apoyo en una
fiesta o encuentro informal, pero no es correcto cuando se trata de un evento
por el cual el cliente está pagando, convencido de que podrá contar con un
servicio profesional. ¡Y yo ya vi cosas de ese tipo, y vi mucho más!
Yo
vi extranjeros trabajando como intérpretes hablando enredado; vi personas haciendo
traducciones escritas que ni siquiera sabían escribir en el propio idioma; vi
muchachos trabajando como técnicos de sonido que no encontraban el botón para
aumentar el volumen; vi supuestos técnicos de informática que no conseguían
guardar un archivo en una memoria; vi unos tales maestros de ceremonias
gagueando, hablando boberías improvisadas o queriendo aparecer como estrellas…
Usted
puede pensar inclusive que yo estoy tratando de imitar al cantante brasileño
Raúl Seixas, porque vi tantas cosas en eventos que parece que nací “hace diez
mil años atrás”. ¡Tampoco tanto, pero juro que vi todo eso y mucho, mucho más! Es
por ello que me tomo la libertad de dejar aquí mi consejo de amigo y
profesional: tenga siempre cuidado al contratar a alguien, y trate de obtener
informaciones para saber si esa persona es realmente un profesional o si es
apenas “algo parecido con eso”.
Y
si usted es uno de aquellos “organizadores” de eventos, proveedor, o hasta
cliente, que cree que no va a sentir la menor diferencia si la persona
contratada es profesional o no, sepa que usted no tiene la razón, para no
decir, que está absolutamente equivocado. ¡Va a sentir la diferencia sí, y
usted ni imagina cuánto! Recuerde que, en eventos, no existe el “día
siguiente”, para el cliente y para los invitados, el evento tiene que ser
perfecto en el instante en el que es realizado.
Valorice
al profesional de eventos y a los otros profesionales serios que prestan
servicios como proveedores. Y haga eso no sólo porque ellos merecen, porque
estudiaron, se esforzaron y se prepararon para entregar lo mejor de sí durante
su evento. Hágalo también, y principalmente, por usted mismo y por sus
invitados.
No
olvide que existen profesionales de eventos que hacen la diferencia, pero
existen también personas incompetentes que la deshacen en un brevísimo espacio
de tiempo. Está en sus manos hacer la elección correcta.
[VERSÃO EM PORTUGUÊS >>>
[VERSÃO EM PORTUGUÊS >>>