viernes, 30 de noviembre de 2012

La persona que va a organizar tu evento es un profesional o... más o menos eso?


¿Quién no conoce una amiga, o amigo, que consigue llamar la atención porque se viste de forma más elegante, o hace unos dibujos bonitos o cosas por el estilo. Ahí, cuando vamos a reunir un grupo de colegas en la casa para aquella fiestecita, llamamos esa amiga, o amigo, y le pedimos que nos ayude a montar la decoración. ¿Usted nunca hizo eso? ¿Nunca vio nadie haciéndolo?

¿O entonces aquel colega de la escuela o del trabajo que está siempre escuchando músicas animadas en el Ipad y lo invitamos para que nos resuelva el problema siendo el DJ? ¿O aquel otro que le encanta hacer fotos y dice que es fotógrafo, o “más o menos eso”? ¿Y aquel que piensa que es barman? ¿Y el otro que dice que canta bien? ¿Y el que cree que toca guitarra? ¿Usted nunca vio a nadie haciendo algo parecido?

Claro que eso puede ser interesante cuando necesitamos recibir aquel apoyo en una fiesta o encuentro informal, pero no es correcto cuando se trata de un evento por el cual el cliente está pagando, convencido de que podrá contar con un servicio profesional. ¡Y yo ya vi cosas de ese tipo, y vi mucho más!

Yo vi extranjeros trabajando como intérpretes hablando enredado; vi personas haciendo traducciones escritas que ni siquiera sabían escribir en el propio idioma; vi muchachos trabajando como técnicos de sonido que no encontraban el botón para aumentar el volumen; vi supuestos técnicos de informática que no conseguían guardar un archivo en una memoria; vi unos tales maestros de ceremonias gagueando, hablando boberías improvisadas o queriendo aparecer como estrellas…

Usted puede pensar inclusive que yo estoy tratando de imitar al cantante brasileño Raúl Seixas, porque vi tantas cosas en eventos que parece que nací “hace diez mil años atrás”. ¡Tampoco tanto, pero juro que vi todo eso y mucho, mucho más! Es por ello que me tomo la libertad de dejar aquí mi consejo de amigo y profesional: tenga siempre cuidado al contratar a alguien, y trate de obtener informaciones para saber si esa persona es realmente un profesional o si es apenas “algo parecido con eso”.

Y si usted es uno de aquellos “organizadores” de eventos, proveedor, o hasta cliente, que cree que no va a sentir la menor diferencia si la persona contratada es profesional o no, sepa que usted no tiene la razón, para no decir, que está absolutamente equivocado. ¡Va a sentir la diferencia sí, y usted ni imagina cuánto! Recuerde que, en eventos, no existe el “día siguiente”, para el cliente y para los invitados, el evento tiene que ser perfecto en el instante en el que es realizado.

Valorice al profesional de eventos y a los otros profesionales serios que prestan servicios como proveedores. Y haga eso no sólo porque ellos merecen, porque estudiaron, se esforzaron y se prepararon para entregar lo mejor de sí durante su evento. Hágalo también, y principalmente, por usted mismo y por sus invitados.

No olvide que existen profesionales de eventos que hacen la diferencia, pero existen también personas incompetentes que la deshacen en un brevísimo espacio de tiempo. Está en sus manos hacer la elección correcta.

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